El valor del mes: ¡el orden!

Los primeros años son muy importantes para educar en esta virtud, especialmente antes de los seis años, aunque ¡nunca es tarde para mejorar!

En un momento en que proliferan los cursos o libros sobre organización doméstica, alquiler de espacios de almacenaje, filosofía minimal ... hay que reflexionar sobre el valor del orden.

Con orden no nos referimos exclusivamente al orden material o físico, sino también a un orden más general que engloba toda la persona y que nos ayuda a tener las prioridades claras, a organizar nuestro día, a expresarnos con claridad , a estar tranquilo y sin angustias ... Un orden que va desde los horarios, las ideas, las emociones ... al orden más clásico de tener nuestras cosas ordenadas.

El orden es especialmente importante en los niños pequeños. El orden en los horarios les aporta tranquilidad y seguridad porque pueden prever qué pasará; el orden material favorece mucho su autonomía porque saben dónde encontrar las cosas sin ayuda; el orden en las prioridades les ayuda a entender lo que es importante y lo que no lo es tanto. Los niños necesitan un orden y ese orden NO comienza por lo que nosotros les exigimos (ordena los zapatos o no tires los juguetes en el suelo), sino por el orden que les proporcionamos: orden en los horarios de levantarse e ir a dormir; orden en las comidas que se hacen en un lugar y hora determinada; orden de la casa; orden en nuestros afectos, etc.

No podemos exigir orden si no ofrecemos un entorno estructurado tanto en tiempo como espacios, ideas o sentimientos.

Los primeros años son muy importantes para educar en esta virtud, especialmente antes de los seis años, aunque ¡nunca es tarde para mejorar! Hay niños y niñas más ordenados por naturaleza, lo vemos en como ordenan sus juguetes o en su tendencia natural a tener una estructura y a buscar rutinas, pero aunque cada niño tenga una personalidad de base diferente, todos pueden mejorar en este valor si les ofrecemos un entorno estructurado con un horario estable de comida y de sueño; con unas normas -no rígidas- pero sí constantes y no contradictorias; con un lugar fijo para guardar las cosas; con unos rituales de sueño o alimentación que les ayuden a interiorizar el orden.

No se trata de "cuadricular" todo y no poder cambiar nunca nuestras rutinas, aspecto que les podría hacer poco flexibles y poco adaptables, pero sí de tener una organización pensada y flexible que les permita avanzar qué pasará, que les dé tranquilidad y estructure su manera de vivir y de pensar, incorporando el orden no como una manía de los adultos sino como una estrategia organizativa que les ayuda a encontrar las cosas con más facilidad, a no olvidarse de nada, a aprovechar el tiempo, a no gastar energía en cosas rutinarias, a tener mas espacio, etc. recordando que aparte del orden en el espacio (habitación, juguetes, ropa) y en el tiempo (horarios, terminar las cosas en un tiempo determinado), es importante que desde pequeños les ayudamos a tener orden en sus ideas ayudándolos con preguntas sobre CÓMO quieren hacer algo, CUANDO, de QUÉ manera ... o bien si son demasiado pequeños, ofreciendo un modelo estructurado de pensamiento verbalizando nosotros lo que estamos haciendo, qué haremos después, como lo haremos, etc.

En la escuela el valor de la orden y cuidado personal se concreta de manera diferente en cada nivel a través de pequeñas consignas que nos ayudan a recordar la virtud qué estamos trabajando.

  • Cuelgo la mochila a mi percha.
  • Después de trabajar los colores deberé guardar. 
  • El material ordenado me ayuda a trabajar.
  • Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa.

Asimismo, las estrategias de pensamiento del modelo vertiente también nos están ayudando mucho a pensar ordenadamente, a estructurar el pensamiento dejando un tiempo para mirar bien y reflexionar antes de hablar con rutinas como "Miro, pienso, me pregunto", a secuenciar el tiempo con rutinas como "Inicio, intermedio, final"; a clasificar con rutinas como "Generar, clasificar, conectar, hacer"; a ordenar nuestro pensamiento con rutinas como "Antes pensaba, ahora pienso ...". Estrategias que han existido siempre, pero que VESS nos ayuda a incorporar de manera más consciente.

En clase como en casa, la mejor manera de educar es dando modelo, que vean que luchamos por tener orden, que hemos previsto una organización, que pensamos estructuradamente, que sabemos cuáles son nuestras prioridades y, paralelamente, ir exigiendo con pequeñas acciones a su alcance: recoger, cuidar de sus objetos personales, lavarse las manos y cuidar el aspecto físico, levantarse y acostarse a una hora determinada, participar en el orden del aula.

Se trata, en definitiva, de incorporar el orden en su vida como una herramienta que les ayude a llegar más lejos.

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