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¡Ahora que vamos despacio, ahora que vamos despacio... vamos a contar mentiras, tralará...!
¿Os suena esta canción? Mentira y verdad son realidades opuestas. Para educar en sinceridad, hemos de darnos cuenta que la verdad es prioritaria y siempre el mejor camino a seguir.
Los niños menores de 6 años no mienten con malicia. Normalmente las pequeñas mentiras que los niños pueden decir se deben a un intento de ocultar algo que no está bien. Nuestra reacción ante la mentira será muy importante y substrato de la educación de la sinceridad.
Vamos a verlo en una situación habitual:
Oriol ha traído un juguete al cole y a Marcos le encanta. Por descuido, Oriol lo deja olvidado y Marcos lo coge. Su mamá lo encuentra en su mochila y le pregunta dónde lo ha encontrado. Marcos dice que estaba en el suelo del patio…Mamá se da cuenta, por la expresión algo sombría de Marcos, que no le está contando toda la verdad. ¿Qué hacemos?
- Opción A:
o Mamá: [con tono enfadado] Marcos, no me digas mentiras. Seguro que se lo has cogido a alguien. Dámelo y mañana se lo llevamos a la profesora. Ella sabrá de quién es. [Sin más, mamá coge el juguete y lo guarda].
o Marcos: [se calla o se enfada, pero no hay más que hablar. Piensa que la próxima vez no le dirá nada y lo esconderá mejor…]
- Opción B:
o Mamá: [tranquilamente, sin alzar la voz] ¿Estás seguro, Marcos? ¿De quién era?
o Marcos: No sé….
o Mamá: [con tono cordial, ayudándole a recordar…] A lo mejor es de Emma o de Juan, o de... Seguro que el niño que lo ha perdido estará triste y deseando encontrarlo.
o Marcos: [sigue callado y coge fuerte el juguete en su mano…]
o Mamá: [acaricia a Marcos y le ayuda a seguir hablando]
o Marcos: Bueno, lo encontré en el patio donde se le olvidó a Oriol.
o Mamá: ¡Qué bien Marcos! Mañana se lo puedes devolver, se pondrá muy contento. Te felicito por haber dicho la verdad. A veces los demás tienen cosas muy bonitas, pero no por eso nos las podemos quedar.
¿Qué opción os gusta más? En los dos casos, Oriol recuperará su juguete, pero el efecto en Marcos es muy diferente. En la segunda situación, la madre ha buscado que Marcos fuera capaz de decir la verdad. Los niños antes de los 6 suelen decirla con facilidad. Y en vez de regañarle, ha valorado su sinceridad.
Una reacción desproporcionada ante una mentira de un niño, crea un ambiente de desconfianza, en el que la sinceridad no tiene cabida. Premiar la verdad (con un reconocimiento positivo, no con un regalo material) es el mejor camino para educar en la sinceridad. La experiencia de saber que, si decimos la verdad, esta no se volverá contra nosotros, nos permite generar el clima de confianza en el que podemos equivocarnos, pero sabernos valorados y ser capaces de afrontar la realidad.